VIRGEN DEL CAMINO Y EL MENDIGO DE PANCORBO

Saliendo del pueblecito de Pancorbo hacia el Norte, por la carretera general de Madrid, se encuentra, a mano izquierda, una ermita, dedicada a Nª Sra. del Camino. A través de la reja de la puerta, se ve en la penumbra la imagen, con flores, velas, y algunas monedas esparcidas por el suelo. Hace bastantes años mendigaba por aquellos contornos un hombre de edad avanzada. Pedía limosna de puerta en puerta, besaba el mendrugo de pan que le ofrecían, y se retiraba rezando agradecido. Nadie hablaba mal del mendigo de Pancorbo.

En los momentos difíciles, cuando no tenia dinero, al anochecer, cuando nadie le veía, introducía por la verja de la ermita un palo largo embadurnado de alquitrán y recogía las monedas del suelo. Es verdad que sólo lo hacía cuando el tiempo era malo y las monedas escasas… Un día le encontraron muerto en su choza destartalada. En su zurrón, un cuadernillo manoseado y sucio en el que decía: “Pido a la Virgen dos reales”. “Devuelvo a la Virgen lo que me prestó”. “Adelanto a la Virgen una peseta”. “Debo a la Virgen…” . “La Virgen me debe…” . Y en el último renglón había escrito: “Estoy en paz con la Virgen.” 

Cuantas veces, Madre, yo también he ido, como mendigo necesitado, a tu ermita o a tu imagen a recoger, como monedas, las gracias y caricias tuyas que necesito para mi vida. También otras veces te he devuelto, como monedas de amor, algunos detalles de cariño. Ojalá cuando llegue el momento de mi muerte y estés junto a mí, Virgen del Encuentro, pueda decirte: Madre, estoy en paz contigo.