A TODOS NOS AMA EL SEÑOR TAL Y COMO SOMOS

Un famoso predicador comenzó su sermón enseñando un billete de 100 euros.

Y preguntó a los asistentes: "¿Quién de ustedes quiere este billete de 100 euros? Las manos empezaron a alzarse. Les dijo: "Voy a dar este billete a uno de ustedes, pero antes déjenme hacer esto". Y empezó a estrujar el billete. Siguió preguntado; "¿Todavía lo quieren?" La gente levantó las manos. Bien, les dijo: "¿Y si hago esto?" Dejó caer el billete al suelo y comenzó a pisarlo y ensuciarlo con sus zapatos. Lo recogió, ahora arrugado y sucio. "¿Todavía lo quiere alguien?".

Las manos seguían levantándose. Amigos, han aprendido una valiosa lección. Hiciera lo que hiciera al billete, ustedes seguían deseándolo porque, a pesar de su aspecto cada vez más feo, sabían que su valor seguía siendo el mismo. Seguía valiendo 100 euros. Nosotros somos ese billete. Muchas veces ensuciados y aplastados por nuestras propias decisiones o por las decisiones de los demás.

Nos sentimos indignos y sin valor. Pero el valor de nuestras vidas no está en lo que hacemos sino en lo que somos: Hijos de Dios. A todos nos ama el Señor tal y como somos. Claro que le gusta que mejoremos, pero a pesar de todo nos ama. Es muy importante que vivamos y transmitamos a todos ese amor de Dios incondicional.

Hoy en el capítulo 15 de San Lucas, Jesús nos cuenta tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido.