ORAR, PERSEVERAR, HACER JUSTICIA

La Madre Teresa de Calcuta, la servidora de los más pobres entre los pobres, visitó un día al famoso y poderoso abogado de Washington, Edward Williams. Williams, abogado de Richard Nixon, Frank Sinatra y otros personajes importantes, presidía una pequeña fundación caritativa, y Madre Teresa decidió visitarle en busca de ayuda para un hospital de enfermos del Sida que iba a construir. Antes de la visita, Williams confió a su colaborador Paul Dietrich: “Pablo, sabes que el Sida no es mi enfermedad preferida y no quiero dar dinero para esa causa, pero tengo una monja católica que viene a verme y no sé qué hacer”. Decidieron recibirla con cortesía, escucharla y decirle que no. Madre Teresa entró en la oficina, les expuso su proyecto y les pidió la ayuda económica. Wlliams le dijo: ”Nos conmueve su petición, pero no es posible”. Madre Teresa contestó: “Vamos a rezar”. Williams y Paul bajaron sus cabezas y, terminada la oración, Madre Teresa hizo la misma súplica. De nuevo Williams le dijo que no era posible. Madre Teresa dijo una vez más: “Vamos a rezar”. Williams, exasperado, miró al techo y dijo: “Está bien, está bien. Paul tráeme la chequera”. Madre Teresa no se dejó intimidar por las negativas del abogado y salió de la importante oficina con un cheque. Madre Teresa, como la viuda del evangelio, persevera en la oración, llama a las puertas de los jueces y abogados de este mundo y alcanza la justicia que merecen los más pobres del mundo. ¿Cómo vivo yo la perseverancia en al oración?