EL MÁS GRANDE

Había una vez un gran jefe que era muy orgulloso.

Un día se paseaba por la ciudad y gritaba para quien quisiera oírle: "Soy grande. No hay nadie más grande que yo".

Una anciana que lo oyó, se le acercó y le dijo: "Yo conozco a uno que es verdaderamente grande". El gran jefe se sorprendió y enojado le dijo: "¿Qué? ¿Quién es más grande que yo? La sabia anciana dijo: "Venga a mi casa mañana y yo se lo presentaré "." Muy bien, dijo el jefe, mañana veremos quién es más grande".

Al día siguiente, el jefe vestido con sus mejores ropas y joyas fue a visitar a la anciana mientras se repetía por el camino: "No hay nadie más grande que yo". Cuando el jefe entró en la casa vio a la anciana sentada contra la pared y a un niñito gateando junto a ella.

"¿Dónde está ese gran jefe del que me hablaste ayer?" La anciana cogió en sus brazos al baby y dijo: "Éste es el grande del que le hablé". Al gran jefe no le agradó este anuncio. Muy enfadado gritó a la anciana: "¿Qué es esto? No intentes engañarme. Esto no es más que un bebé."

El niño asustado por el grito súbito y poderoso comenzó a llorar. El jefe se conmovió. No quería asustarle. Arrodillado, se quitó las plumas de águila y halcón que llevaba en el pelo y acarició las mejillas del niño. Sacó la bolsa de las medicinas y las colocó debajo de su nariz. Se quitó finalmente sus collares que hicieron de sonajero a los oídos del niño. Poco a poco el niño dejó de llorar y comenzó a escuchar y mirar.

La anciana sonriendo le dijo: "Se da cuenta, incluso usted el gran jefe, tuvo que dejar de hablar y cuidar del niño. En cada casa, el niño es verdaderamente grande porque incluso el jefe más grande, como usted, tiene que convertirse en el servidor de un niño. Así lo quiso el Creador. El Creador no le hizo grande para que pudiera presumir de su grandeza. El Creador le hizo grande para que usted pudiera ayudar a los que no son tan fuertes como usted".

A partir de aquel día nadie oyó al gran jefe proclamar su grandeza.