“SANTIFICAR EL TRABAJO, SANTIFICARSE EN EL TRABAJO…” (S. Josemaría)

Érase una vez un hombre de negocios, un americano de vacaciones en un pueblecito de la costa mejicana. Un día contempló a un mejicano en su barquita que volvía de pescar unos grandes peces.

-Felicidades. Hermosos peces. ¿Cuánto tiempo le costó pescarlos?

-El mejicano le dijo: solo un ratito.

-¿Y por qué no le dedica más tiempo y así pesca muchos?

-Oh, no, con esto tengo más que suficiente para mi familia.

-¿Y qué hace el resto del tiempo cuando no sale a pescar?

-Me levanto tarde, pesco un rato, juego con mis hijos, hago la siesta, paseo por el pueblo, toco la guitarra con mis amigos…como ve tengo mi vida bien llena.

-Escuche, yo soy un graduado de Harvard y le puedo ayudar a mejorar su negocio. Tiene que dedicar más tiempo a la pesca. Así podrá comprar un barco más grande, pescará más y podrá comprar más barcos. Después podrá tener su propia empresa. Por supuesto tendría que dejar su pueblo y trasladarse a México DF y luego a Nueva York para dirigir su gran empresa.

-Pero señor, ¿cuánto tiempo llevará todo eso? -De 15 a 20 años.

-¿Y después qué? -El americano sonriendo le dijo, después viene lo mejor. Una vez consolidada su empresa la vende y se hace millonario.

-¿Y después qué?

-Después, le dijo el graduado de Harvard, usted se retira, vuelve a un pueblo de la costa, se levanta tarde, pesca un ratito, juega con sus nietos, hace la siesta con su esposa, pasea por el pueblo y toca la guitarra con sus amigos.

-El mejicano le contestó, pero, señor, eso mismo es lo que estoy haciendo ahora.

Aplicación: El trabajo ¿te deja tiempo para Dios, para tu familia, para tus amigos, etc?