ADVOCACIÓN DEL CARMEN

La Advocación del Carmen es de las más queridas y veneradas para los católicos. El nombre procede del Monte Carmelo, en Tierra santa.

El profeta Elías pedía a Dios que terminara la sequía que asolaba la región y, después de rezar siete veces, vio subir del mar como “una nubecilla” que traerá la lluvia salvadora. Es símbolo de María que trae al Autor de la Salvación. Posteriormente allí se construyó un monasterio de los “Carmelitas” .

El 16 de julio de 1251 la Virgen se le aparece la Virgen a San Simón Stock, general de la Orden Carmelita.

Estaba Ella vestida de hábito carmelita, llevaba al Niño Jesús en sus brazos y en su mano el Escapulario, que le entrega diciendo: “Recibe hijo mío este Escapulario de tu orden, que será de hoy en adelante señal de mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los que lo vistan. Quien muriese con él, no padecerá el fuego eterno. Es una señal de salvación, amparo en los peligros del cuerpo y del alma, alianza de paz y pacto sempiterno .

El escapulario es un sacramental, es decir, un objeto religioso que la Iglesia ha aprobado como signo que nos ayuda a vivir más cristianamente y a aumentar nuestra devoción, renunciando a todo pecado, incluso al venial.

Decía San Juan Pablo II: "¡También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen! Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos los que la veneramos filialmente, a crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer del silencio y de la oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia".

El escapulario de la Virgen del Carmen, además de la promesa de salvación para quienes mueran con él (ha de ser impuesto por un sacerdote), lleva también consigo el llamado privilegio sabatino: la Santísima Virgen sacará del purgatorio cuanto antes, especialmente el sábado después de su muerte, a quienes hayan muerto con el escapulario El escapulario no es un amuleto, ni una garantía automática de salvación, ni una dispensa para no vivir las exigencias de la vida cristiana sino, justo lo contrario, es una ayuda para poder vivir como un cristiano ejemplar. El escapulario que se impone es de tela, pero después puede ser sustituido por una medalla que represente por un lado al Sagrado Corazón de Jesús y por el otro la de la Virgen.