Dos signos del Jubileo: La Confesión y el Perdón a los demás

Un signo importante del Jubileo es la confesión.

Acercarse al Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de su misericordia. Es encontrar el Padre que perdona. Dios perdona todo. Dios nos comprende, también en nuestras limitaciones, nos comprende también en nuestras contradicciones. No solo, Él con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante. Dice más, que cuando reconocemos nuestros pecados, pedimos perdón, hay fiesta en el Cielo, Jesús hace fiesta y esta es su misericordia. No os desaniméis. Adelante, adelante con esto.

Cuántas veces me han dicho: ‘Padre, no consigo perdonar’, el vecino, el colega de trabajo, la vecina, la suegra, la cuñada...

Todos hemos escuchado eso: ‘No consigo perdonar’. Pero ¿cómo se puede pedir a Dios que nos perdone, si después nosotros no somos capaces del perdón?

Perdonar es una cosa grande, no es fácil perdonar, porque nuestro corazón es pobre y con sus fuerzas no lo puede hacer. Pero si nos abrimos a acoger la misericordia de Dios para nosotros, a su vez somos capaces de perdón. Y tantas veces he escuchado decir: ‘Pero a esa persona yo no podía verla, la odiaba, un día me he acercado al Señor, he pedido perdón por mis pecados, y también he perdonado a esa persona’.

Estas cosas de todos los días, y tenemos cerca de nosotros esta posibilidad.

(De la Catequesis del Papa Francisco el 16 diciembre 2015)