Cinco panes y dos peces

 El Evangelio de este domingo presenta le gran signo de la multiplicación de los panes. Un joven que pone que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos peces. Jesús esperaba justamente  eso. Ordena a los discípulos que hagan sentar a la gente, luego toma los panes y los peces, da gracias al Padre y los distribuye.

Estos gestos anticipan los de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más auténtico. El pan de Dios es Jesús mismo. Al comulgar con Él, recibimos su vida en nosotros y nos convertimos en hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Jesús sacia no solo el hambre material sino el más profundo, el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios.        Ante el sufrimiento, la soledad, la pobreza y las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer nosotros? Podemos ofrecer ese poco que tenemos: alguna hora de tiempo, algún talento, algún gesto de generosidad…

¿Quién de nosotros no tiene sus “cinco panes y dos peces”? ¡Todos los tenemos! Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarían para que en el mundo hubiera un poco más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría.

(Papa Francisco )