"AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS"

No todos entienden esa frase de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. Algunos la emplean para justificar desmanes y pecados, siempre con la excusa de haber obedecido los dictados del corazón. Pero San Agustín no nos invita a obedecer al corazón, porque el corazón humano está enfermo. San Agustín nos invita a abrasarnos en el Amor más grande, de modo que sigamos, en todo, los dictados del corazón de Cristo.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero.

El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En ocasiones, el amor a “según qué” prójimos te resultará imposible. ¿Cómo amar a quien te ha hecho daño, a quien te ha destrozado la vida, a quien habla mal de ti…? ¿Crees que lo lograrás a base de esfuerzo? No te garantizo el éxito.

Sin embargo… prueba a amar más a Dios. Reza más, comulga más, confiesa frecuentemente. ¡Es tan fácil encenderse en el Amor! Y, una vez encendido, te sorprenderás mirando a “ese” prójimo con un cariño que no es tuyo. Entonces… ¡Ama, y haz lo que quieras!

OBRAS SON AMORES….

El creyente, el hombre religioso, el hombre de fe, el cristiano sabe que una de sus aspiraciones es descubrir e intentar hacer la voluntad de Dios. El trozo del libro del éxodo de la Misa nos dice: No oprimirás al forastero, no explotarás a viudas y huérfanos, no serás usurero con el pobre…Parece como si la voluntad del Señor se descubriera oyendo el grito de los mas pobres, de los desvalidos, del indefenso, del que nadie escucha.

Jesús en el evangelio se encuentra ante la pregunta de los fariseos que era sin duda una cuestión difícil, pues le piden a Jesús que escoja entre los miles de preceptos que tenía Ley judía, y escoja el más importante de ellos. Pero Jesús responde con la seguridad y la firmeza que solía, le preguntan por un mandamiento, pues el va y responde con dos. Y además establece la similitud de importancia del segundo con el primero. Amar a Dios y amar al prójimo: ésta es la prioridad de la Ley de Dios. El amor a Dios se visualiza y se concreta en el amor al prójimo. Un mismo amor en dos direcciones: hacia Dios y hacia el prójimo. San Agustín lo entendió perfectamente cuando dijo aquella frase “Ama y haz lo que quieras”. Queda descartada completamente la posibilidad de amar a Dios sin amar a los hermanos. Más bien, el amor a Dios queda expresado y manifestado en amar lo que Dios mas ama, lo que Dios mas quiere, a las personas. La medida del amor a los demás, es el amor que Jesús demostró, y El lo hizo dando la vida por todos.