UTENSILIOS PARA UN VERANO COMO DIOS MANDA

  • LA PALA. Para recoger y tirar de nosotros mismos lo que durante el resto del año nos hizo sufrir. 
  • EL CUBO. Para guardar en los próximos días el agua del amor, de la alegría, de la calma.
  • LA SILLA. Para sentarnos y perder nuestra mirada en el horizonte. Para plantearnos lo que hemos de ajustar y no seguir con los mismos defectos de ayer. 
  • LA SOMBRILLA. Para evitar el quemarnos con las complicaciones de la vida. 
  • LA ARENA. Para enterrar viejos prejuicios. Para levantar castillos de ilusión, de vida. Para limar asperezas en el corazón. Para limpiarnos los pies de aquellos caminos por donde anduvimos equivocados. 
  • LA TOALLA. Para no dejar nunca de hacer el bien. Para secar las lágrimas de los que sufren a nuestro lado. 
  • LAS GAFAS. Para protegernos no solamente del sol, y sí de aquellas otras sensaciones que pueden romper nuestra paz interior, nuestra vida matrimonial, nuestro equilibrio y hasta nuestra forma de ser. 
  • LA BARBACOA. Para quemar todo lo que, el día a día, ha dejado en los extremos de nuestros corazones. Para cocinar lo mejor de nosotros mismos: paciencia, esperanza y optimismo. 
  • LOS TAPONES. Para que el ruido no nos impida seguir escuchando el rumor de Dios. 
  • EL AGUA. Para dejar en la orilla del mar, en el río o en la piscina aquello que ensucia nuestra vida; para refrescar nuestras ideas y situar de nuevo nuestros ideales. Para sentirnos más limpios y mejores hijos de Dios. Agua para comenzar de NUEVO.