LA MARAVILLA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

* Elegida para ser la Madre del Salvador, María ha sido “dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante”.

* Preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción, María es la «digna morada» escogida por el Señor para ser la Madre de Dios.

* La Purísima Concepción, al haber sido preservada de todo pecado, permanece ante Dios, y también ante la humanidad entera, como el signo inmutable e inviolable de la elección por parte de Dios. En ella encuentra el joven el modelo de una pureza que se abre al amor verdadero. En ella encuentran los esposos refugio y modelo para hacer de su unión una comunidad de vida y amor. En ella encuentran las vírgenes y los consagrados la señal cierta del ciento por uno prometido ya en esta vida a todo el que se entrega con corazón indiviso al Señor (cf. Mt 19, 29; Mc 10, 30). En ella encuentra todo cristiano y toda persona de buena voluntad el signo luminoso de la esperanza. .

* Podemos preguntarnos: ¿por qué entre todas las mujeres, Dios ha escogido precisamente a María de Nazaret? Hay un motivo que el Evangelio destaca: su humildad. Se convirtió, de este modo, en la Madre de Dios, imagen y modelo de la Iglesia.

* Jesucristo es la fuente de la «gracia», de la que María quedó llena desde el primer instante de su existencia. Acogió con fe a Jesús y con amor lo entregó al mundo. Esta es también nuestra vocación y nuestra misión: acoger a Cristo en nuestra vida y entregarlo al mundo «para que el mundo se salve por él» (Juan 3, 17).

* La fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios, que viene, miremos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el pueblo de Dios en camino» («Lumen gentium», 68).

CONSAGRACIÓN A MARÍA

Madre de Cristo y Madre Nuestra, en esta Fiesta de tu Inmaculada Concepción, deseamos renovar nuestra consagración, personal y comunitaria, a tu Corazón Inmaculado Madre, ilumina a todos los fieles cristianos de España en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad; protege con tu amparo materno a todos los hombres y mujeres de nuestra patria en los caminos de la paz, el respeto y la prosperidad. ¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer la amenaza del mal que atenaza los corazones de las personas e impide vivir en concordia: ¡De toda clase de terrorismo y de violencia, líbranos! ¡De todo atentado contra la vida humana, desde el primer instante de su existencia hasta su último aliento natural, líbranos! ¡De los ataques a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia, líbranos! ¡De todas las injusticias en la vida social, líbranos! ¡De la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios, líbranos! ¡De las ofensas y desprecios a la dignidad del matrimonio y de la familia, líbranos! ¡De la propagación de la mentira y del odio, líbranos! ¡Del extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos! ¡De los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos! Acoge, oh Madre Inmaculada, esta súplica llena de confianza y agradecimiento. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la esperanza. Amén