EL SÍ DE LA VIRGEN MARÍA

En el domingo IV de Adviento, en vísperas de la Navidad, una persona especial ocupa nuestra atención.  

Una mujer joven y hermosa llamada María, casi desconocida para la mayoría de los judíos. Dios, sin embargo, la eligió para ser madre de su Hijo, Jesucristo.  


Al igual que nuestra Santísima Madre la Virgen María, debemos estar dispuestos a tener como único propósito en la vida hacer la voluntad del Señor, y meditar en nuestro corazón el misterio del nacimiento de Cristo.

¿Estoy dispuesto a cumplir y ser fiel, al igual que María lo fue en su vida terrena?

 
   Señor, gracias por reunirnos una vez más alrededor de esta corona de Adviento. Haz que la presencia de la Santísima Virgen María nos ayude a hacer ese último esfuerzo para estar listos y recibirte. Permítenos acompañarla durante estos últimos días de su camino a Belén para recibirte.

 
ORACIÓN A LA VIRGEN:  


Dulce Madre, no te alejes,  tu vista de mi no apartes. Ven conmigo a todas partes  y nunca solo me dejes. Ya que me proteges tanto  como verdadera Madre, Haz que me bendiga el Padre,  el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.