HAZ UN HUECO A DIOS EN TU MALETA

“Dios no se va de vacaciones”.

El descanso de un cristiano no puede ser el “no hacer nada” de los paganos, sino que es bueno llenar ese ocio con algo más, con algo que ensanche el alma y nos acerque más a Dios. Está muy bien ir a la piscina, a la playa o a la montaña y relajarse, claro que sí. Pero no podemos olvidarnos de que nuestro verdadero descanso está en Dios, como decía San Agustín. El pilar fundamental en nuestra vida es la oración, pues sin la ayuda de Dios nada podemos.

El Señor no se va de vacaciones. Si empre está ahí, en el Sagrario, en la Santa Misa, siempre podemos darle culto y pedirle ayuda. No valen excusas como “es que hoy (domingo) he estado en la playa” o “en este país no entiendo el idioma”, pues aunque sea verano, los preceptos de la Iglesia y nuestro deber de amar a Dios y al prójimo siguen vigentes. Por ello, aunque estemos muy bien en nuestra piscina o en la playa siempre hay un momento para ir a Misa y para hacer oración.

El verano es también un tiempo propicio para dar testimonio de nuestra fe y un tiempo de gracia para crecer en el amor a nuestro prójimo. Suele suceder que coincidimos con personas que quizá no nos caen bien, la suegra, el cuñado…; en esos casos hay que recordar el “amad a vuestros enemigos…” pues, “si no amáis a quien os cae mal, ¿qué merito tendréis?”.

En definitiva, demos un ejemplar testimonio de vida cristiana también en verano.  Otro aspecto donde se hace patente nuestro testimonio cristiano es el de ofrecernos para ayudar en la parroquia de aquel lugar donde veraneamos. No se trata de hacer cosas extraordinarias sino de que cada uno, poniendo sus dones y talentos al servicio de Dios y de los hermanos, dé gloria a Dios ofreciendo un rato de ese tiempo de ocio, también en verano. 

Recuerda, Dios no se va de vacaciones. Cuando hagas las maletas, prepara un espacio para Él.