VIVIR LA CUARESMA

En este camino, queremos invocar con especial confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: que sea Ella, la primera creyente en Cristo, quien nos acompañe en los días de ORACIÓN INTENSA y de PENITENCIA, para llegar a celebrar, purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo.

Vivir la Cuaresma es……. Prepararse con el fin de caer en la cuenta del significado que encierra y celebrar, en la Pascua, el fruto y triunfo de la cruz: la Resurrección.

Despojarse de la distancia que existe entre uno mismo y sus ideales cristianos: la coherencia. Ayunar de aquello que deleita aparentemente pero que nos deja enganchados en el débil placer: sacrificio.

Dar, no tanto lo que nos resulta fácil, cuanto aquello que supone un esfuerzo: la caridad. Enviar “mail” abundantemente al Padre sabiendo que siempre da cumplida respuesta: oración.

Andar por la Cuaresma es… Sentirse beduino, con lo imprescindible, en un desierto de 40 días. Ojear la Palabra de Dios como el oasis más esperado. Valerse y ser uno mismo sin necesidad de adulteraciones ni hipocresías. Resistir a la tentación de abandono y de vender a DIOS, que es todo, por la nada. Ser nómada buscando en las fuentes de agua fresca que produzcan satisfacción interna y recuperación de fuerzas por la reconciliación con uno mismo y con los demás. Acercarse a las fértiles orillas de la Palabra de Dios, de su Eucaristía y de la confesión.

Entrar en la Cuaresma es… Hacer deporte en cristiano con el alma y el corazón. Caminar por las sendas del bien y sudar las toxinas de la mentira. Levantar y aguantar las pesas del prójimo. Correr hacia las metas que nos hacen sentirnos bien. Tomar, como avituallamiento, las pastillas de la oración y de la contemplación. Ejercitar la austeridad como disciplina de fe y hasta de salud para las calorías.

Papa Francisco