En Noviembre rezamos por los difuntos del Purgatorio

Los que han ido al cielo son santos y no necesitan oración. Los que están en el infierno no pueden beneficiarse de la oración ni la desean. Solo rezamos por las difuntas almas del purgatorio. Pero como no sabemos con seguridad si un difunto está en el purgatorio (a no ser que la Iglesia lo haya declarado santo en cuyo caso está en el cielo), es bueno rezar por todos los difuntos

Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (Cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (Cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41, 5).

Intercedemos por todos los difuntos, en especial nuestros familiares y conocidos, para que pronto se encuentren con el Señor en el cielo.

  • "Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios" (San Agustín)
  • Rezar por los difuntos es la mayor obra de misericordia, aún más que rezar por los vivos, ya que éstos pueden valerse por sí mismos” (Santo Tomás)
  • "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso" (San Gregorio Magno)