EL PRIMER DOMINGO DEL AÑO

Hoy se estrena el «aleluya», hoy renace la luz, hoy es nueva la llama del cirio. La tumba está vacía, los ángeles luminosos se aparecen, las mujeres se turban, Magdalena de pronto ve al Maestro, los discípulos se conmueven, dos apóstoles corren hacia el sepulcro, otros dos se marchan tristes camino de Emaús. ¿Qué ha pasado? Cristo ha resucitado, ha vencido a la muerte, ha triunfado sobre el pecado. Pascua es la fiesta de la alegría en nuestra certeza final de la Resurrección. Hoy es el primer y principal domingo del año litúrgico, con dos celebraciones singulares que se complementan: la vigilia pascual de la noche y la misa del día. La liturgia no se cansa de repetir el mismo estribillo: «Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebramos la Pascua. Aleluya». El entusiasmo de la Iglesia se expresa en la bendición de este domingo: «Éste es el día en que actuó el Señor». Después de las tinieblas de la Semana Santa se ha levantado para siempre el sol de la Resurrección. Por eso los creyentes en Jesús cantan el cántico nuevo, el himno de la liberación definitiva, el aleluya sin fin. Hoy celebramos al Cristo de la gloria, al Resucitado, al Primogénito de entre los muertos, que es prenda de nuestra resurrección futura.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

"Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33).

La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:

Cristo resucitó de entre los muertos.

Con su muerte venció a la muerte.

A los muertos ha dado la vida.

SECUENCIA

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. «¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?»

«A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.