SAN JOSÉ, OBRERO

El domingo 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, una buena ocasión para pensar en nuestra obligación de continuar la obra de la creación y de realizarla bien. El Concilio Vaticano II nos dice: “El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo ni los lleva a despreocuparse del bien de sus semejantes, sino que más bien les impone esa colaboración como un deber”. Y un autor moderno señala: “Si un hombre es barrendero, tendría que barrer las calles como pintaba Miguel Ángel, como componía Beethoven, como escribía Shakespeare”.

El 5 de enero de 1964, desde Nazaret, el Papa Pablo VI exhortaba a aprender la lección del trabajo, la conciencia de su dignidad. Y nos señalaba a todos al “gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas las causas justas, es decir, a Cristo, Nuestro Señor, el hijo del carpintero, como era conocido Jesús. Y con el hijo, el padre, San José, obrero. ¡La obra bien hecha!”. Él realizaría tareas sencillas, pero pondría toda su alma en hacer las cosas bienNo haría cosas extraordinarias, pero lo ordinario lo haría extraordinariamente. Que él sea nuestro ejemplo a seguir en las tareas que hagamos cada día de nuestra vida, y pidámosle su intercesión para que nuestro trabajo sea siempre agradable a los ojos de Dios.

Y nuestro obispo Don Carlos nos recuerda que Jesucristo “elevó la dignidad del trabajador” porque, como recoge Laborem exercens, “dedicó la mayor parte de los años de su vida terrena al trabajo manual junto al banco del carpintero”. “El trabajo nos asocia a la obra del Creador y nos hace copartícipes de su afán transformador de la realidad. Es además el que asegura la autonomía y los medios de vida para el trabajador y su familia”. También señala que “el trabajo debe estar en función de la persona y no la persona en función del trabajo. Ninguna razón puede justificar que la persona deba adaptarse (en sus circunstancias personales, familiares, sociales...) a las exigencias de la producción vistas exclusivamente desde su mayor rentabilidad económica”. “Mediante el trabajo la persona se hace más persona, se realiza a sí misma. La organización del trabajo debe promover en sí misma la realización personal, lo cual es incompatible con horarios extenuantes en ciertos sectores, o la falta de humanidad y de seguridad en que se desarrolla su cometido”.