ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Celebramos hoy la Solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos. 
Las oraciones de este día piden que permanezcamos fieles a la doble condición de vida cristiana, orientada simultáneamente a las realidades temporales y a las eternas. Esta es la vida en la Iglesia, comprometida en la acción y constante en la contemplación.

Porque Cristo, levantado en lo alto sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos los hombres; resucitado de entre los muertos envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por él constituyó a su cuerpo que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, sin cesar actúa en el mundo para conducir a los hombres a su Iglesia.

La misión encomendada a Cristo por el Padre la culmina con su ascensión a los cielos. Ahora nos corresponde a nosotros cumplir el encargo del Señor de ir por todo el mundo a predicar el Evangelio. Para esto no estamos solos; dentro de una semana celebramos Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Recemos con devoción al Espíritu Santo durante estos días y preparemos su venida; el cristiano no puede nada sin el Espíritu, la fuerza misericordiosa que Dios nos ha regalado. Nuestra misión evangelizadora sin el Espíritu sería en vano.

“Con la ascensión, el Hijo de Dios llevó junto al Padre nuestra humanidad que Él asumió y quiere atraer a todos hacia sí, llamar a todo el mundo para que sea acogido entre los brazos abiertos de Dios” (Papa Francisco)